27 agosto, 2010

Al supermercado con gafas y calculadora

Esta mañana fui con Miguel a hacer la compra a una gran superficie de nombre muy conocido. El pasado martes hice una pequeña compra de "apaño" en otro supermercado de una cadena también muy conocida. Reconozco que no me gusta hacer la compra y que generalmente la hace Miguel, pero ahora con las vacaciones solemos ir juntos. Hasta aquí nada que merezca la pena ser contado y, menos aún, ser leído incluso teniendo en cuenta mis últimos 6 meses de trabajo para un cliente del sector de la alimentación.

¿Donde está el motivo de mi post entonces? ¿Es que me está pasando como a las agencias de noticias que en verano no saben que contar? No, nada más lejos de la realidad, es que he descubierto que lo que yo creía errores casuales resulta que, o son errores más que frecuentes o las grandes superficies nos la juegan solapadamente. Ahora voy al lio, que diría un cubano, pero antes un repaso legislativo:

En la legislación en materia de comercio y consumo hace ya varios años que se contempla la necesidad de que el etiquetado de los productos sea lo suficientemente claro y detallado como para que los consumidores puedan comparar con criterio y sin demasiadas complicaciones los diferentes productos y tomar sus decisiones de compra con suficientes elementos de juicio. Fruto de esta legislación es la necesidad de que TODOS los artículos expuestos a la venta en un establecimiento tengan su correspondiente precio, que dicho precio sea correcto y que dicho precio se refiera inequívocamente a un producto concreto. Además, las posibles ofertas deberán estar convenientemente diferenciadas y se hará mención al precio antiguo y al nuevo en su caso. Pero no solo eso. En su momento se comprobó que las diferentes unidades de venta tenían tamaños, pesos, volúmenes o unidades distintas y al consumidor le costaba comparar unas con otras por lo que también ES OBLIGATORIO que en las etiquetas de precio del lineal (la estantería, para entendernos) se declare, no solo el precio de la unidad de venta (por ejemplo una lata de refresco) sino el precio de una unidad de venta genérica para todos los productos de ese tipo (en el caso de líquidos el precio por litro). Así, si usted va a comprar una lata de atún podrá comparar el precio por kilo de las diferentes expuestas en el lineal independientemente de que una marca envase 85grs y otra 160grs. Y lo mismo con los rollos de papel higiénico que deberán darle el precio por unidad o los yogures que le darán el precio por litro o por kilo, y así con TODOS, absolutamente todos los productos. Obviamente todo esto es para los productos envasados ya que los que se venden a granel suelen ofertarse al precio del patrón (el kilo de peras, de filetes o de sandía y las unidades de pan o de pasteles).

Bien, eso es la ley. La realidad deja bastante que desear en muchos establecimientos, algunos incluso de grandes cadenas en los que ni todos los productos están etiquetados o sencillamente no se pone el precio del patrón. ¡Y no digamos ya en las ofertas! Si le mencionarán que aquello está 20 cts más barato que "antes" (y vaya usted a saber cuando era "antes", pero eso da para otro post), pero seguirá sin saber el precio del kilo, o el litro o la unidad. Y aquí es donde entran las gafas y la calculadora ¡Y LAS SORPRESAS!

Pues si. Hace unos meses descubrí en un establecimiento que comprar un bote 500grs de cierto cacao soluble en polvo costaba 1,25 euros más caro que comprar 2 botes de 250grs cada uno. No entendí nada. Compré UN bote de 250grs (en realidad no necesitaba más, miré el de mayor volumen por si el precio por kilo era más bajo y no aparecía en la etiqueta, pero por suerte el cálculo en este caso era sencillo y sorprendente) y di por hecho que era un error puntual. Después de aquello me he convertido en la buscadora de gazapos de supermercado, no solo por la diversión que me produce el reto (antes jugaba al tetris pero con la edad se me cansan los ojos) sino, y fundamentalmente, porque he detectado que hay un recargo sistemático en las unidades más grandes de muchos productos. Es decir, muchas veces tendemos a comprar una unidad mayor que quizá no necesitemos porque asumimos que en éstas nos están mejorando el precio. ¡Pues mucho ojo ! Hoy mismo me he encontrado con dos ejemplos, un agua mineral que comprada suelta sale a 0,40€/litro y en pack de 6 sale a 0,41€/litro. Un rollo compacto de papel higiénico que en pack de 4uds sale a 0,71€ el rollo en pack de 12 ¡a 0,79 el rollo! ¡Mas de un 10%! Y esto es sólo una mínima muestra.

Teniendo en cuenta que puede tratarse de errores pero que, como de costumbre, los pagamos los sufridos consumidores, animo a todo el mundo a hacer una "compra responsable" y no dejarse llevar por lo que "parece" mejor. Yo, a partir de ahora, ¡con gafas y calculadora al super!

2 comentarios:

Arda dijo...

Muy bueno y muy interesante tu post!.

Tendré en cuenta todas tus observaciones y el próximo viernes (mi día habitual de visita a un gran supermercado), voy ha hacerte caso y voy a llevarme la calculadora (las gafas ya las uso hace tiempo).

Seguro que me llevaré mas de una sorpresa. Ya te contaré.

Ah. Sigo también tu blog hermano que me parece muy interesante i merece la pena leerte. Aunque no haga comentarios, lo sigo y me interesa.

Un abrazo.

Ana Gallardo dijo...

Gracias Arda, siempre un placer contar con tu presencia.

Si encuentras algo en la linea de lo que apunto me encantaría saberlo, igual me planteo mandar un email a la OCU.

Un abrazo