El Mundo ya nunca será el mismo... ni siquiera un rato
En el año 1996 dejé la empresa IBM, me acababa de comprar mi primer movil (que pesaba 800grs) y los gurús de la informática empezaban a hablar del "video bajo demanda" ("bajarse un video") como algo simplemente factible. Cuando me despedí de mis compañeros recuerdo que les dije: en 10 años no reconoceremos el mundo.
Hoy, mis hijos no conciben un mundo sin teléfono movil, sin ordenador en casa y sin internet en todas partes. No conciben un mundo en el que la unica transacción bancaria que podias hacer sin entrar en la oficina era sacar dinero del cajero. Mis hijos que estudian en Madrid y Barcelona, que se organizan sus propios viajes no han entrado jamás en una agencia.
El video me parece muy interesante, la proyección me parece bastante acertada porque muchas de las tecnologías necesarias para que se cumplan ya estan disponibles (en realidad Julio Verne era un erudito forofo de la tecnología y un magnífico escritor de aventuras), tal vez en lo que me atrevería a discrepar es en la velocidad en la que se puedan mplantar. No porque tecnológicamente no sea factible sino porque el ser humano necesita un tiempo de adaptación. Es cierto que el aprendizaje es progresivo y las nuevas generaciones se adaptan sin darse cuenta, pero los mercados requieren estar preparados para asumir los productos, cuántos grandes aciertos se malograron al principio por ponerse en el mercado demasiado pronto.
En lo tocante a los medios de comunicación, que es de lo que se trata el video, vemos como el concepto "medio de comunicación" se redefine y se generaliza, al final todo será información y distinguir los mensajes publicitarios de las noticias
(algo que actualmente tanto se intenta delimitar) será virtualmente imposible. El consumidor tendrá que hacer un esfuerzo de discriminación pero a cambio tendrá a su disposición enormes recursos para hacerlo. Las empresas tendrán un medio ilimitado en el que moverse pero, a cambio, una competencia feroz y un cliente superexigente, en un mundo en el que las relaciones humanas serán muy diferentes a como ahora las conocemos.
Permítaseme hacer una breve disgresión literaria y cinematográfica. En 1953 se publicó una novela de Ray Bradbury que es un icono para los aficionados al género de Ciencia Ficción: Farenheit 451. De esta novela suele conocerse la parte del argumento que habla de la destrucción sistemática de los libros y de los subversivos que, poniendo en riesgo su vida, los memorizan para que su legado no se pierda. Lo que no se recuerda tanto es que la contrapartida a la destrucción de los libros es la instalación en los hogares de grandes paneles de televisión en las paredes en las que se proyectan historias de ficción de las que los espectadores, poco a poco, van sintiéndose parte en una especie de evasión de sus rutinarias vidas.
También en 1953 se publicó una novela de Isaac Asimov: Bóvedas de Acero, en la que el autor nos presenta un planeta tierra en el siglo 47 en el que los pocos humanos que quedan (la gran mayoría ha emigrado a otros planetas) viven aislados y sin apenas contacto personal unos con otros bajo unas casas que son bóvedas metálicas, con todas las comodidades y facilidades tecnológicas para vivir y comunioarse pero sin contacto físico.
Por último, recientemente hemos podido ver en las pantallas de cine la película Los Sustitutos, una ficción en la que se nos proponía como sería vivir una vida ficticia sin contacto físico real con las experiencias vividas.
Como dice Victor, Verne imaginó el viaje a la luna y solo lo anticipó. Este video nos habla de Prometeus y otros autores ya nos han dado pistas de como podría cambiar nuestras vidas. No hagamos planes a muy largo plazo, lo único que será igual dentro de 30 años es que tendremos que seguir pagando la hipoteca cada mes.
1 comentario:
Hace unos meses conocí a una de esas personas que con el paso de los años uno siempre recuerda con una sonrisa y con el calificativo "grande" a modo de apellido.
No voy a mentir, no voy a negarlo; me enamoró.
No voy a mentir, no voy a negarlo; se enamoró.
En la efusión surgieron miles de planes a medio y largo plazo -viajes, cenas con amigos, conocer a las respectivas familias, vivir juntos, hijos...-.
Hace una semana, mientras tomábamos una caña viendo pasar gente sentados en una terraza, nuestras miradas se cruzaron y no fue necesario mediar palabra. Apuramos la cerveza, nos levantamos, nos abrazamos y a modo de caparazón terminamos con la media docena de olivas que quedaban en el plato, supongo que así nos ahorrábamos el tener que decirnos nada.
Maldeciré siempre la oportuna ocurrencia de aplazar el vuelo a Edimburgo en espera de buen tiempo.
En un segundo, los planes se evaporaron. Lo único que queda hoy de lo nuestro fue la nube de humo de su cigarro cuando me dijo adiós.
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