Decía Solchaga (si, leen bien, ese Solchaga, el de Tafalla, el socialista... aunque hoy nadie lo diría) en RNE hace unos días, que lo que no debemos hacer es caer en el pesimismo. Y digo yo ¿es que hay algo debajo en lo que caer? No es que el pesimismo sea muy mullido pero puestos a caer ¿hay alternativa? Uno no cae en el optimismo. Se eleva, se encarama, se instala... pero caer, caer, en lo que uno puede caer es en el pesimismo. Seguramente se puede caer más bajo, pero has para estas cosas parece que hubiese un pundonor y uno, con caer en el pesimismo, ya cumple con lo que los rigores de la coyuntura internacional le exigen.
Y ahí me encuentro últimamente, girando como en esos torbel
linos del desague de la bañera alrededor de un abismo negro que lo que tiene
al fondo es el pesimismo. Pero igual no me dejo caer. Igual sigo aqui girando y girando y girando, asomada al sumidero pero pegada al borde, como las gotitas que se resisten a caer. Gotitas que se separan de la succión, que s
e quedan adheridas al fondo de la bañera y ahi duran un tiempo hasta que
se evaporan, se secan y se convierten en vapor... y suben y suben y se elevan sin darse cuenta y asi, de pronto, ahí estan de
nuevo en las alturas, instaladas en el optimismo.
1 comentario:
Si señor!. Se te echaba de menos Ana. Tu sarcasmo sutil, tu fina ironía y tus sabias palabras, tu optimismo a pesar de todo.
Bonito post en unos momentos que tanta falta nos hace a todos mantenernos como esas gotitas de las que hablas, lejos, tan lejos como sea posible, de la succión.
Un abrazo.
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