Si, no te vas del todo aunque te hayas ido, tu recuerdo permanece en nosotros y nos acompaña. Ellos te lloran ahora y sus lágrimas, aparentemente inagotables, abonan la semilla del recuerdo, riegan para que crezcan todos esos momentos que vivisteis juntos, los felices y los otros, los tristes también seguirán allí, pequeñitos, como hierbas tímidas entre los grandes sucesos.
No te vas del todo porque quedan ellos y quedamos nosotros, todos testigos privilegiados, algunos de tus años mozos, Ana María de casi toda una vida, otros de estos últimos meses que, aún en la distancia, te han permitido regalarnos mucho más de lo que seguro que ni tu mismo te imaginaste. Gracias Manuel porque exististe, porque pusiste a Sergio y a Tamara en el mundo para que sigan esparciendo tu semilla de afecto, para que sean y hagan felices a otros. Y doy gracias a Dios por haberme permitido cruzarme contigo siquiera en esta corta travesía. Hasta pronto.
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