22 junio, 2007

Ana, mi madre


Hay madres y madres, y la mía es indefectiblemente de una clase distinta, de hecho la cuestión es que ni siquiera es de una clase específica de "madres". Como diría Mafalda, tiene sus momentos y se pone muy "madre", es cierto que ahora menos que antes, supongo que la maternidad de hijos pequeños es muy diferente de la que se adopta con hijos adultos, pero no es ni ha sido nunca una "madre al uso". Dicen los expertos en educación que "los hijos aprenden lo que ven". Quiero pensar que es así, quiero creer que, pese al riesgo que ello entraña, es esencialmente cierto y por eso yo de mi madre no he aprendido a ser madre, he aprendido a ser persona. Dicen también "las leyendas urbanas" que los hijos dejan de admirar a sus progenitores con el paso del tiempo. Quiero pensar que no es así, quiero pensar que mi caso no es el único porque en mi caso a medida que transito la existencia, que me enfrento a retos, que disfruto placeres, a medida que vivo, crece mi admiración por mi madre. Y ese es el verdadero punto excepcional, eso es lo que hace que que en el catálogo de madres no hay un capítulo en el que yo pueda encuadrarla fácilmente, no es una "madre autoritaria" aunque nadie cuestione su autoridad, no es una "madre amiga" aunque su confianza sea la más deseada, no es una "madre abnegada" aunque nadie como ella renuncia y se esfuerza. No, ninguna de esas etiquetas es aplicable, todas ellas se quedan cortas, como diría mi hija: mi madre "se sale".

Ana es para mi una referencia porque es mucho más que "mi madre". Es una mujer inteligente, una mujer trabajadora que mientras criaba a 9 hijos fué capaz de llevar su currículum académico de los estudios primarios a un título universitario, una mujer culta y moderna que tuvo siempre muy claro que, no solo sus hijos, sino especialmente sus hijas debían aspirar a una independencia económica y un desarrollo profesional, una mujer inquieta y adelantada a su tiempo que supo moverse como "pez en el agua" en el Ejército de los 70 y los 80, una mujer divertida y estimulante, apreciada por sus jefes, sus compañeros, sus vecinos. Es cierto que para todo esto ha tenido siempre un sólido punto de apoyo en el que tomar impulso, mi padre, otro día hablaré de él, pero hay una energía inagotable que es solo suya y que se derrama a su alrededor en forma de estímulo, ilusión, trabajo y amor. Lo fácil lo hace divertido, lo difícil llevadero. Es para mi un ejemplo inalcanzable pero estimulante. Me dijo hace unos dias un amigo que "hay personas que Dios nos pone en el camino para hacernos mejores", yo he tenido la suerte de tener una persona así desde mi nacimiento. Mamá, gracias por ser tu. Ana, gracias por ser excepcional.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Que bonito hablas siempre de tu familia!. Siempre escribes mu bonito, Ana, pero la verdad es que cuando hablas de los tuyos te sale lo mejor de ti...Felicidades a ti por tenerlos a ellos y a ellos por tenerte a ti, creo que las dos partes soys igualmente afortunadas...estoy segura que algun dia tus hijos escribiran maravillas como estas sobre ti...un fuerte abrazo, guapa.

Azul Flojo dijo...

Está visto que de "casta le viene al galgo". Enorhorabuena a la madre y a la hija. Seguro que tu madre se ha de sentir muy orgullosa de ti. Sabes el tiempo que hace que nos conocemos y me encanta contarme entre tus amigos.
Bss Ana.

Arda dijo...

Que riqueza tienes Ana con los tuyos !.
En el post que dedicas a tu padre, he puesto mi comentario.
Permiteme, que el que dedicas a tu madre, reciba una respuesta más sutil:
El verso que escriví en memoria de la mia, tras su muerte el 4 de Abril del 97.
Un abrazo.