06 octubre, 2006

De Madrid al Cielo

Acabo de pasar tres días en Madrid, en los mismos sitios a los que he ido toda mi vida. Me he alojado en casa de mi abuela que es la casa en que viví de los cuatro a los ocho años, antes de venirme a vivir a Tenerife. He paseado por mi antiguo barrio, Campamento. He vuelto a casa de mi abuela miles de veces en estos treinta y tantos años, he paseado por el barrio otras tantas veces, pero ayer y hoy lo he mirado con los ojos de mi propia edad. Eran los mismos edificios pero un poco distintos, las tiendas son otras tiendas aunque perviven algunas de las antiguas. Pero lo que me ha llamado poderosamente la atención, en el barrio, en el metro, en el autobus, en el centro y en la periferia es la gente. Hace dieciocho años fui a Londres por primera vez y me llamó la atención la cantidad de africanos, hindúes o pakistaníes que veía. Pensé "Londres es una ciudad cosmopolita fruto del impreio colonial" Es posible que estuviera en lo cierto. Pero ahora Madrid es un auténtico mosaico de razas, lenguas, acentos, vestimentas, modos y modismos. Me gusta. Ya se que se me tildará de incosciente, habrá quien me diga que nuestros derechos o los de nuestros hijos, que nuestro "estado del bienestar" se tambalean por esta casi invasión de extranjeros venidos de todas partes. Es posible que tengan razón, soy una insensata. Pero me gusta pasearme por las calles de Madrid y ver el colorido de las vestimentas exóticas que algún día no me lo parecerán. Me gusta escuchar lenguas irreconocibles para mi en gente que no es extranjera ya, que se dirige con paso seguro a comprar o a trabajar, que son mis vecinos. No lo puedo evitar, es casi como una forma de viajar sin moverse de casa, para una loca de los viajes como yo, es como si la montaña estuviese viniendo a Mahoma. Me gustaba Madrid, pero ahora me encanta.

No hay comentarios: